Tanto en el ámbito familiar como en el
de las bibliotecas o instituciones públicas archivistas, los factores
del deterioro son los mismos. Es la acción sistemática de la luz, la
temperatura y la humedad sobre la química de la composición del papel,
así como la formación de hongos y bacterias. Hasta 1850, los papeles se
fabricaban con fibras vegetales, especialmente el lino. Hasta ese
momento, el papel tenía un costo relativamente alto. La escasez de este
material hizo buscar nuevas formas de producción, y se comenzó a
producir papel con pulpa o pasta de celulosa, que es un residuo fibroso
de la madera de los árboles. Para el tratamiento de la fibra de celulosa
se comenzaron a usar, en 1870, ácidos como el ácido sulfúrico y el
ácido acético. Para el blanqueado de la composición se usaban ácidos
clorados.
La presencia de estos ácidos en
los viejos documentos reacciona ante la temperatura, la humedad, y la
luz, creando reacciones químicas indeseables, como el amarillamiento de
las hojas, la degradación del papel, y además efectos biológicos como la
formación de hongos, bacterias e infestación de insectos.
Fuente: http://www.archivosgenbriand.com/preservacion.html
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