Cinco palabras que me dan vueltas a la cabeza desde hace unos días:
"Confianza como imagen de marca". Hubo un tiempo en que la palabra de
una persona estaba por encima de cualquier contrato, porque lo que
estaba en juego era el honor. Dar tu palabra, firmarla con un apretón de
manos era garantía suficiente de que aquello sobre lo que se había
acordado sería cumplido. Honor entendido, al menos, por la primera
acepción que recoge la RAE "Cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo".
Ocurre siempre cuando acaba el año, surgen por doquier los
resúmenes de lo que ha dado de sí el período a punto de expirar y
empieza a aflorar la palabra mágica “tendencias” a través de artículos y
estudios. Empresas y medios de comunicación se hacen eco de las
tendencias que van a marcar el año, que poco a poco va empujando al
actual para hacerse un hueco en nuestras agendas.
Recientemente abrí una información de la AEC (Asociación de Empresas
de Consultoría) que remitía, a su vez, a un artículo de Computing, “Cinco tendencias tecnológicas para el año 2018”.
Y como premio a la constancia en la lectura, por primera vez en mucho
tiempo, hubo una de estas tendencias que me sorprendió, la quinta:
"Confianza como imagen de marca: Las
empresas comenzarán a invertir en la confianza como un área clave de la
imagen de marca. En una sociedad donde la mentira es cada vez más
habitual, las marcas que trasciendan el escepticismo y la desconfianza
de los gobiernos y las noticias falsas retendrán y ganarán más clientes,
si pueden vincular este valor a sus programas de transformación
digital."
¡Invertir en confianza! Se lleva haciendo toda la vida, generar
confianza a los consumidores o usuarios de una marca, pero esta vez el
motivo es diferente. Ahora debido a la proliferación de noticias falsas o
las desgraciadamente ya habituales mentiras que proliferan por los
medios sociales, invertir en imagen de marca, en confianza, en tu palabra -hacerte respetar porque tu palabra, sea en este caso escrita,- es no solo recomendable sino que además es tendencia para el 2018.
Quizás estemos entrando en una segunda fase necesaria en los medios
sociales, debido al mal uso que se ha hecho de ella. Cuando hace años
empezábamos a construir nuestros perfiles y los de empresa advertíamos
en unos clausulados –que en realidad eran los de las propias redes– la
necesidad de hacer un buen uso de ellas, de no desacreditar a nadie, ni
por opinión, creencia, sexo, ideología, etc., que todo se hiciera desde
el respeto al otro. Incluso mencionar las fuentes, citar, pedir
permisos. Bien, todo esto creo que al principio –salvo excepciones que
siempre las hay– se cumplía, a lo mejor por ser un medio no dominado, de
tener la sensación de moverse por un terreno desconocido, pantanoso y
aún no saber medir bien el alcance de cada paso. Pero todo esto ha
cambiado, muy rápido, como la tecnología. Se ha descubierto que las
redes sociales además de para comunicar, dialogar, poner en contacto a
gente con intereses comunes sirve para el engaño, la mentira, la
generación de noticias falsas y la difamación. Quizás por ser legalmente
un medio ambiguo todavía. En el artículo ¡A la hoguera con las redes sociales!, de
hace casi un año, intentaba recoger esta otra tendencia negativa que ha
visto crecer como la espuma su alcance pernicioso en este periodo.
Las redes se han visto salpicadas de un continuo goteo de casos que
intentan engañar, manipular o conspirar, ya no como un recurso aislado,
sino con un fin preestablecido y dispuesto a causar un daño mayor. Como
indica Chamath Palihapitiya, que trabajó en Facebook de 2007 a 2011, las
redes sociales "…puedan manipular a grandes grupos de personas para que hagan lo que ellos quieran".
Quizás sea el momento de pensar que aquellas cláusulas que todos
añadíamos ya no son suficientes, que hace falta ir un paso más allá y
poner un control más estricto –legal y de seguridad– para evitar que las
redes se conviertan en algo inútil e inservible por ser un medio que
genere desconfianza ante la desinformación y el engaño. Ganaremos todos
los que pensamos que las redes son un elemento útil a través del cual
las empresas pueden comunicar y comunicarse con sus seguidores, con sus
usuarios.
Un elemento en el que se pueda dar valor a la palabra y
confiar en ella. Creo que terminaremos asistiendo a una legislación en firme sobre este asunto y creo que debemos de empezar a exigirla.
Es probable que muchos pensemos que es triste tener que invertir
esfuerzos en generar confianza en la imagen de marca por este motivo,
pero mientras no cambie nada, habrá que pensar que se trata de una inversión necesaria
para intentar que la palabra sea generadora nuevamente de valor, de
reaprender a confiar, sin miedo a sentirse engañado o a cubrir las
palabras leídas con un velo de sospecha o duda.
Fuente: https://www.iecisa.com/es/blog/Post/Confianza-como-imagen-de-marca/
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