Hoy en día, los museos se ven en la necesidad de re-invertarse a sí mismos, para hacer compatible su papel de salvaguarda de la cultura con la adaptación a las realidades culturales y sociales del momento.
Muchos autores consideran el siglo XVIII como la época de la creación del museo moderno. Con la Revolución Francesa, se nacionalizaron las colecciones reales, que hasta entonces habían colgado de los muros de las residencias de monarcas y nobles. Esto propició que en 1793 abriese sus puertas el primer museo público del mundo: el Louvre.
Desde entonces, el museo como institución ha hecho frente a diferentes momentos a lo largo de su historia en los que ha debido adaptarse a las condiciones económicas, políticas y sociales de su entorno. Algunos ejemplos son los movimientos avant-gardé, entre los que destacan los Futuristas –que proclamaban el final del museo–, o las teorías de la nueva museología y el ecomuseo de finales de los años 60 y principios de los 70. Sin embargo, esta institución ha encontrado siempre en estos retos oportunidades de las que salir reforzada.
En el siglo XXI, el museo ha entendido que, como institución que forma parte de una sociedad multicultural, debe interpretar su papel de guardián de la historia de la humanidad. Sin embargo, una vez más tiene que reinventarse a sí mismo e intentar adaptarse a las nuevas circunstancias.
Algunos retos
En los últimos 30 años, se ha multiplicado la cantidad de ofertas que recibe la gente para aprovechar su tiempo libre. Actividades tan dispares como ir al teatro, cine, biblioteca, realizar compras en centros comerciales o visitar parques temáticos, entre otras muchas. El tipo de experiencia es distinta, pero todas ellas se realizan cuando la población dispone de momentos de esparcimiento en los que disfrutar de este tipo de propuestas. Uno de los retos de los museos es, precisamente, esta gran cantidad de competidores en el mercado del ocio. Para eso deben tener muy presente cuál es su elemento diferenciador, qué pueden ofrecer de especial que no tenga su competencia.
En segundo lugar, las audiencias se han convertido en enormes grupos de diferentesstakeholders que los museos precisan diferenciar para cumplir el rol social que, por definición, se les asigna. Estas instituciones deben colaborar con diferentes segmentos de la sociedad como, por ejemplo, personas con discapacidades, grupos minoritarios o con poca representación, o grupos inmigrantes. El reto para los museos es conocer estos nuevos grupos, atraerlos, incluirlos en su día a día y ser capaces de comunicarse con ellos de manera eficaz. Para eso necesitan realizar minuciosos estudios de sus visitantes, que les permitirán diseñar planes estratégicos de comunicación para cada uno de sus públicos. Cada uno de sus targets requiere un mensaje específico enviado mediante unos canales adecuados para que su comprensión sea la más adecuada. Los museos se convertirán en “plazas sociales”, donde estos grupos con poca representación en la sociedad encontrarán un lugar donde se fomente la investigación sobre sus culturas, y se enriquezca el diálogo entre ellos. De esta manera, se dará una comunicación fluida a través de la cual se llegará a una comprensión y un entendimiento entre diferentes culturas. Se aspira a que los museos sean lugares donde los visitantes se sientan acogidos y puedan participar y disfrutar de las obras expuestas.
En Reino Unido la planificación estratégica se usa en el campo de los museos desde los años 80, pero en España no ha habido una apuesta firme por ella hasta los últimos tiempos. Un detalle bastante significativo es que el Ministerio de Cultura decidió organizar en 2006, en Madrid, las “Primeras Jornadas de Museología” para profesionales del sector con el tema “Planificación Estratégica para Museos”. Por primera vez, una institución pública de la importancia de un Ministerio apostaba por el uso de esta herramienta en instituciones museísticas. Desde entonces, los museos españoles han comenzado a apostar por ella de forma continuada y empiezan a contemplar sus efectos positivos para el management.
Un tercer reto para los museos es la difícil situación económica global. En los últimos años, en España, el Gobierno ha decidido recortar los presupuestos generales. Concretamente, el Ministerio de Cultura ha ido disminuyendo la partida destinada a los museos. La cantidad de dinero destinada en 2010 fue un 11% menor a la de 2009; en 2011 el presupuesto se redujo un 12,3% respecto al de 2010; en 2012 el presupuesto de este Ministerio se redujo aproximadamente un 15% respecto al anterior.
Chillida-Leku fue un ejemplo representativo de museo obligado a cerrar sus puertas a finales de 2010 por falta de financiación. A pesar de los esfuerzos de la familia de Eduardo Chillida por llegar a un acuerdo con las administraciones públicas vascas, el centro anunció el cierre de su sede; aunque sus fondos sí han continuado formando parte de diferentes muestras internacionales sobre la obra del escultor. Un triste segundo caso fue el del Centro Óscar Niemeyer, en Avilés, Asturias. La organización esperaba emular el conocido por los expertos como “Efecto Guggenheim” de Bilbao para revitalizar una zona industrial de la ciudad un tanto deprimida. Pero tuvo una vida fugaz: 6 meses. Otro caso, esta vez internacional, que muestra la importancia de que los museos encuentren nuevas fuentes de financiación, es el del Museo Guggenheim de Berlín, que no ha logrado renovar su convenio con el Deutsche Bank, y ha anunciado el cierre en los próximos meses.
En lo que respecta al caso español, una gran cantidad de museos han dependido durante años de financiación pública. Una sopa boba de la que se ha bebido sin ton ni son y que ahora, cuando los presupuestos se recortan al máximo, empieza a escasear para tanta boca que alimentar. Las instituciones museísticas deben realizar un esfuerzo y un sacrificio enorme por encontrar nuevas fuentes de financiación privadas que aseguren su supervivencia. El camino es complejo: a la alarmante situación económica se suma una escasa tradición de mecenazgo en España, si se compara con Reino Unido o Estados Unidos. Además, el boom de los últimos años por fundar pequeños museos de arte contemporáneo en las ciudades españolas deja ya instituciones malheridas por el camino que, desde un principio, nacieron sin un rumbo suficientemente claro. Sin embargo, el cierre de cada una de estas instituciones supone un varapalo a la cultura y, en último lugar, a la sociedad que, después de la inversión, no puede beneficiarse de los servicios –en gran parte intangibles– que un museo aporta a cada uno de sus visitantes.
Oportunidades de mejora
Los museos en el siglo XXI tienen que adaptarse a una serie de retos en su entorno político económico y social, y disponen de varias oportunidades (en forma de tendencias o herramientas) que facilitan su adaptación al presente. Una de ellas es el campo tan amplio que se abre en Internet para estas instituciones.
Aunque una visita on-line a la colección de un museo no sea comparable a la “experiencia museística” off-line que envuelve al visitante en el momento en que entra en el edificio, Internet ha supuesto un gran avance para estos centros. Sólo algunos ejemplos: la oportunidad de disponer de un catálogo en la Web para investigadores con información especializada de las obras, documentación relevante sobre los programas que se llevan a cabo en la institución, información sobre la propia organización (historia, misión, visión, talleres…), podcasts con las audioguías de las exposiciones, o apartados dedicados a los contenidos generados por los usuarios. Iniciativas como Google Art Proyect, Ask a Curator, Europeana o la infinidad de redes sociales existentes deben animar a los museos a apostar por las posibilidades que ofrece Internet como soporte, pero siempre dentro de sus posibilidades y en consonancia con la comunicación estratégica que quieran llevar a cabo. En el caso de las redes sociales, si la gestión que se va a hacer de ellas va a ser casi inexistente, es preferible reforzar otros servicios virtuales como la página Web o los blogs escritos por expertos y que también ofrecerán feedback a la organización de parte de sus públicos.
Una segunda oportunidad es que los museos parecen convertirse lentamente en lugares que interesan no sólo a los ciudadanos, sino también a un arte que trata de embellecer el entorno siempre al servicio de la sociedad: la Arquitectura. Cada vez más grandes nombres en este campo se lanzan a firmar proyectos de ampliación o de nueva construcción de museos: Zaha Hadid y el Museo Nazionale delle Arti del XXI Secolo (MAXII) de Roma, Jean Nouvel y la nueva filial del Museo del Louvre en Abu Dabi, o los futuros Centro Botín de Arte y Cultura, de Renzo Piano, y el Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de Navarra, proyectado por Rafael Moneo. El gran interés que despierta la obra de estos arquitectos debe utilizarse por los museos no sólo para atraer al público hasta ellos –funcionan como reclamo– sino que, además, es fundamental que ofrezcan una serie de talleres, programas expositivos, interpretación de la colección, servicios en el edificio… que conformen una auténtica experiencia para el visitante.
En el siglo XXI el museo debe adaptarse una vez más a los cambios en su entorno. Al fin y al cabo, es algo innato a una institución como esta, con una vida que se inició con el nacimiento del coleccionismo en el Paleolítico. Queda mucho trabajo pendiente y se da por hecho que la readaptación resultará costosa pero, ¿acaso no son las dificultades que se encuentran en la vida las que nos mueven a mejorar?
David Cordón
dcordon@alumni.unav.es
Referencias
Alexander, Edward P., Museums in motion: an introduction to the history and functions of museums, Altamira Press, Oxford, 1996.
Bearman, David y Geber, Kati, “Transforming Cultural Heritage Institutions through New Media”, en Museum Management and Curatorship, vol. 23, nº 4, 2008.
Halpin, Marjorie M., “Play it again, Sam. Reflections on a new museology”, en Museums and their communities,Watson Sheila (ed.), Routledge, London, 2007.
Kotler, Neil y Kotler, Philip, Estrategias y marketing de museos, Ariel Patrimonio Histórico, San Francisco, 2001.
Fuente: http://www.unav.es/perspectivas/el-presente-de-los-museos-retos-y-oportunidades/
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