Por: Dr. Alejandro E. Parada
EDICIÓN IMPRESA. Introducción. El libro antiguo posee aspectos enigmáticos. Intentar abordar su mundo no es otra cosa que adentrarse en un universo muy particular signado, a cada paso, por la multiplicidad de las interpretaciones.
Porque, si bien todos sabemos lo que representa el “libro antiguo”, no podríamos dar una respuesta última y certera sobre esta expresión. Además, aunque se conoce lo que es un libro antiguo, al especificarlo, lo haríamos en forma distinta. Esta intrincada situación, pues, es una de sus principales características. Nos referimos a la complejidad de acceder a una visión unilateral al aproximarnos a este tema, ya que, en esencia, la pluralidad de significado hace a la construcción ontológica y material del concepto "libro antiguo". Nuestra intencionalidad no se centra, en esta oportunidad, en establecer una definición del libro antiguo: una propuesta necesaria, pero que excede el esfuerzo individual y demanda un trabajo grupal y multidisciplinario. Por el contrario, ante la pregunta ¿qué es un libro antiguo?, se intentará reflexionar sobre las dimensiones teóricas y conjeturales de ese tópico.
Dentro del marco de esta contribución, es oportuno mencionar un aspecto fundamental: la ingobernable y heterogénea bibliografía en lengua española y extranjera que trata sobre la materia. En cuanto a la literatura existente, tanto académica como comercial, el presente texto es su deudor en muchas de las dimensiones del libro antiguo que, finalmente, se han optado por desarrollar. Se torna imposible, en la actualidad, presentar una serie de expresiones novedosas en un campo que nació con los anticuarios, aun antes de la historiografía moderna.
Así, pues, lo conjetural en torno a este punto es lo que nos interesa como base imprescindible para acercarnos, en un futuro no muy lejano, a una identificación más precisa de lo que representa el libro antiguo en América Latina. Pero, además, se apunta, en esta instancia, a las "nociones conjeturales" en la biblioteca y en la trama de nuestro oficio de bibliotecarios y su imbricación con estos objetos. Para llevar a cabo esta tarea, es necesario establecer las características o las dimensiones que se manifiestan en ese tipo de colecciones. Quizás sería más apropiado, en términos bibliotecológicos puros, hablar de la faceta personalidad establecida por S. R. Ranganathan [1892-1972] (1967). Esto es, profundizar las claves de clasificación que distinguen al objeto de estudio que denominamos "libro antiguo". De este modo, al partir de Ranganathan que, sin duda, retoma el tema de las categorías y del “epojé” de Husserl (1949), es posible identificar varias de las particularidades fenomenológicas del libro antiguo como “una intuición pura de las esencias, es decir, de lo dado desde el punto de vista esencial y no fáctico” (Ferrater Mora, 2, 1979: 1578).
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fuente: http://www.lucasdeleyden.com.ar/revista/articulo.php?id=248
EDICIÓN IMPRESA. Introducción. El libro antiguo posee aspectos enigmáticos. Intentar abordar su mundo no es otra cosa que adentrarse en un universo muy particular signado, a cada paso, por la multiplicidad de las interpretaciones.
Porque, si bien todos sabemos lo que representa el “libro antiguo”, no podríamos dar una respuesta última y certera sobre esta expresión. Además, aunque se conoce lo que es un libro antiguo, al especificarlo, lo haríamos en forma distinta. Esta intrincada situación, pues, es una de sus principales características. Nos referimos a la complejidad de acceder a una visión unilateral al aproximarnos a este tema, ya que, en esencia, la pluralidad de significado hace a la construcción ontológica y material del concepto "libro antiguo". Nuestra intencionalidad no se centra, en esta oportunidad, en establecer una definición del libro antiguo: una propuesta necesaria, pero que excede el esfuerzo individual y demanda un trabajo grupal y multidisciplinario. Por el contrario, ante la pregunta ¿qué es un libro antiguo?, se intentará reflexionar sobre las dimensiones teóricas y conjeturales de ese tópico.
Dentro del marco de esta contribución, es oportuno mencionar un aspecto fundamental: la ingobernable y heterogénea bibliografía en lengua española y extranjera que trata sobre la materia. En cuanto a la literatura existente, tanto académica como comercial, el presente texto es su deudor en muchas de las dimensiones del libro antiguo que, finalmente, se han optado por desarrollar. Se torna imposible, en la actualidad, presentar una serie de expresiones novedosas en un campo que nació con los anticuarios, aun antes de la historiografía moderna.
Así, pues, lo conjetural en torno a este punto es lo que nos interesa como base imprescindible para acercarnos, en un futuro no muy lejano, a una identificación más precisa de lo que representa el libro antiguo en América Latina. Pero, además, se apunta, en esta instancia, a las "nociones conjeturales" en la biblioteca y en la trama de nuestro oficio de bibliotecarios y su imbricación con estos objetos. Para llevar a cabo esta tarea, es necesario establecer las características o las dimensiones que se manifiestan en ese tipo de colecciones. Quizás sería más apropiado, en términos bibliotecológicos puros, hablar de la faceta personalidad establecida por S. R. Ranganathan [1892-1972] (1967). Esto es, profundizar las claves de clasificación que distinguen al objeto de estudio que denominamos "libro antiguo". De este modo, al partir de Ranganathan que, sin duda, retoma el tema de las categorías y del “epojé” de Husserl (1949), es posible identificar varias de las particularidades fenomenológicas del libro antiguo como “una intuición pura de las esencias, es decir, de lo dado desde el punto de vista esencial y no fáctico” (Ferrater Mora, 2, 1979: 1578).
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fuente: http://www.lucasdeleyden.com.ar/revista/articulo.php?id=248
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