La biblioteca archivística de “El archivo: la gestión de la memoria” ha crecido este verano con la novela “El último secreto”, obra del portugués José Rodrigues dos Santos. En la literatura de ficción, como ya hemos tenido posibilidad de comprobar a través de otros comentarios realizados en este mismo blog, los archivos y bibliotecas se convierten en el inspirador escenario elegido por los autores para situar sus acciones. La antigüedad de los manuscritos e impresos, el silencio, el aroma avainillado que desprende el papel, el especial atractivo que despiertan los oscurecidos depósitos, están entre las razones que con toda probabilidad atraen a los escritores hacia estos espacios. Así, una biblioteca se convierte en el escenario de un crimen o un archivo en el lugar idóneo para hallar pistas sobre cualquier acontecimiento investigado por la policía, hechos, por otra parte que contribuyen a la difusión de estas unidades de información a través de la literatura. “El último secreto”, novela de la que nos ocupamos en esta ocasión, participa de todos estos lugares comunes, si bien presenta algunos elementos que hacen de éste mucho más que un relato meramente “archivístico”, al girar la acción final, sin que desvelemos su gran “secreto”, en torno a los estudios genéticos y la clonación…clonar ¿a quién o qué?…el desenclace lo conocerán leyendo la novela.
“El último secreto” arranca con algunos elementos que se convertirán en verdaderos indicios de los derroteros por los que discurrirá la acción novelada: una paleógrafa, un asesinato –al que se sumarán más muertes violentas de investigadores y científicos- , la Biblioteca Vaticana – a la que se añadirán algunos otros centros documentales- y el Codex Vaticanus. A partir de esta tétrada de partida (paleógrafa-biblioteca-códice-asesinato) discurrirá una historia de ficción, con una sólida base histórica, en la que Jesucristo, su naturaleza y su vida se convertirán en el eje central de la narración recurriendo el autor, como eje vertebrador, a la confrontación de lo contenido en diversos y antiguos manuscritos y códices bíblicos.
Bibliotecas con fondos archivísticos
En “El último secreto” no son protagonistas los centros archivísticos. Lo son las bibliotecas en las que se custodian fondos de archivo y documentos singulares manuscritos de naturaleza archivística. Por todos es conocido que son numerosas las bibliotecas en las que a lo largo del tiempo han ingresado por diferentes vías -depósito, comodato, donación, adquisición- documentos archivísticos. Durante mucho tiempo a esos manuscritos se les concedió un tratamiento casi bibliográfico en razón del lugar en el que se conservaban -una biblioteca-, si bien en la actualidad afortunadamente ya son sometidos a los procesos técnicos propios de la disciplina archivística.
En “El último secreto” no son protagonistas los centros archivísticos. Lo son las bibliotecas en las que se custodian fondos de archivo y documentos singulares manuscritos de naturaleza archivística. Por todos es conocido que son numerosas las bibliotecas en las que a lo largo del tiempo han ingresado por diferentes vías -depósito, comodato, donación, adquisición- documentos archivísticos. Durante mucho tiempo a esos manuscritos se les concedió un tratamiento casi bibliográfico en razón del lugar en el que se conservaban -una biblioteca-, si bien en la actualidad afortunadamente ya son sometidos a los procesos técnicos propios de la disciplina archivística.
En la novela escrita por José Rodríguez dos Santos Biblioteca se alude básicamente a tres bibliotecas de reconocida historia y prestigio. En primer lugar el foco de atención se pone sobre la Biblioteca Apostólica Vaticana, en cuya sala de manuscritos se comete el primer crimen y en la que se conserva el Codex Vaticanus, texto de mediados del siglo IV, copia de los originales escritos por los autores de los textos canónigos del Nuevo Testamento.
La dublinesa Chester Beatty Library, es el lugar elegido por el investigador para estudiar un antiguo papiro bíblico que forma parte de la importante colección que de este tipo de textos conserva la biblioteca irlandesa. Si en el caso del Códex Vaticanus un permiso especial permitió a la paleógrafa asesinada consultar directamente el original, en el caso de la Chester Beatty Library, el estudioso ha de remediarse consultando el texto a través de la pantalla del ordenador, hecho que no hace sino poner de manifiesto que la conversión digital es una práctica habitual en todo el mundo y que, además permite no sólo la conservación de los originales sino la consulta simultánea de varios usuarios de un mismo documento.
Finalmente, debemos hacer una parada en la British Library y en la Biblioteca de la Universidad de Pensilvania (USA). Aunque no son visitadas por los protagonistas de la novela, sí son aludidas en las disquisiciones que sobre los textos bíblicos se producen a lo largo de la narración. La primera, la Biblioteca Británica, sale a colación porque en ella se conserva el célebre Codex Alexandrinus, manuscrito del siglo V, ofrecido por el patriarca de Alejandría al rey de Inglaterra.
Por su parte, la biblioteca americana adquiere especial significado como custodia del denominado Papiro o Pergamino P1, que, aunque coincide cercanamente con el Códice Vaticano, data del siglo III y conserva versículos del Evangelio según San Mateo.
Por su parte, la biblioteca americana adquiere especial significado como custodia del denominado Papiro o Pergamino P1, que, aunque coincide cercanamente con el Códice Vaticano, data del siglo III y conserva versículos del Evangelio según San Mateo.
En definitiva, este recorrido literario a través de estas “bibliotecas” acerca al lector a la documentación archivística contribuyendo a difundir esa idea de unidad de información en la que se conservan materiales de diferente naturaleza, origen y tipología…porque mientras cada tipo de documento sea respetado, tratado y procesado como lo que es, no deben existir problemas de convivencia.
Fuente: https://archivisticayarchivos.wordpress.com/2016/09/16/el-ultimo-secreto-bibliotecas-muy-archivisticas/
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