Hemos de reconocer que cualquier clasificación de los museos entraña el riesgo de la redundancia, aunque sea parcial. Incluso los museos generales, en el plano de la realidad todos ellos están de algún modo «especializados» desde su nacimiento «por su formación, por el gusto de su fundador, por el país en que está situado, por las sucesivas directrices que ha pasado y por el edificio en que encontró refugio», como escribe Luc Benoist.
No obstante, existe una clara diferencia entre los museos generales y los especializados, entre los monográficos y los mixtos. La distinta composición y naturaleza de las colecciones, y su «cuantificación» objetual etc.
Precisamente, muchos de los museos generales fueron creados en los siglos XVIII, XIX y comienzos del XX, procedentes del coleccionismo privado. Se hace evidente este dato sobre todo en los más grandes museos generales, poseedores de una riqueza patrimonial en cada uno de los diversos campos tan extraordinaria cualitativa y cuantitativamente considerada que pueden competir sectorialmente o superar incluso a los propios museos especializados en sus respectivas áreas.
La mayor parte de los museos generales han sido creados para cumplir una misión global tanto en regiones como en localidades determinadas el conocimiento entre los habitantes de esa región o de esa área concreta. Uno de los fines prioritarios que tienen los museos generales en las áreas regionales o locales es el de servir de intérpretes fidedignos de su historia natural y humana, casi siempre homogénea culturalmente hablando en cada una de esas zonas.
Cuando se aplica el concepto general o especializado al museo de arte, por ejemplo, se contraponen al menos dos sentidos de la concepción historiográfica y museológica. En el primer caso, parece querer extractarse en ellos la idea de lo absoluto en el arte, como valor universal: el discurso perfecto y acabado de la historia del arte en todas sus dimensiones -cronológicas, geográficas, estilísticas, sociológicas...- y en su proyección museográfica en el museo. Un poco parecido a lo que en el plano de la intención (del paradigma ideal de la imagen representada) formuló André Malraux de su «museo imaginario» del arte universal.
Los museos especializados, más de acuerdo con la museología moderna, presentan en cambio la oportunidad de profundizar en una parcela del patrimonio cultural a través de esa cuidada selección temática, técnica o procedimental; una selección que se presenta como medio para la más completa información e investigación de esa actividad concreta, cuya riqueza posible puede evidenciarse en la adquisición de conocimientos especializados en ese terreno acotado.
Los museos especializados han tenido un respetable auge desde mediados de nuestro siglo, y aún hoy en día, aunque los matices y el enfoque museológico-museográfico hayan variado en las dos últimas décadas. El beneficio irreemplazable que para el público o para la materia propia de la especialización le proporciona esta tipología puede a veces ensombrecerse ante la descontextualización.
El máximo error consistiría en considerar esta especialización como un material completo de que se dota al museo para cerrarse (acabarse) en sí mismo. La especialización no debe ser incompatible con un sentido de integración universalista que es de hecho (y así debe ser considerado) la realidad del patrimonio.
Dentro de los especializados, los museos monográficos cumplen con lo que por definición les corresponde: su dedicación especial a determinados aspectos del arte, la historia u otras manifestaciones de la cultura. Por su finalidad intrínseca, tanto los especialistas como los monográficos en particular, la temática que abarcan puede ser muy particular y diversa. Tan variada como diferentes son los campos, las materias, la realidad multiforme que ha acompañado al hombre en su actividad a lo largo de la historia. El museo mixto, en cambio, es una consecuencia de la combinación de un museo general y de otro especializado. En los mixtos de arte, puede apreciarse esta simbiosis al comprobar distintos espacios dedicados unos a la explicitación de movimientos, tendencias, técnicas, estilos, etc., a través de las obras expuestas; otros -incluso a veces en un mismo ámbito-, al resalte de una materia o aspecto del arte muy preciso.51
Entre los museos especializados destacan aquellos que se orientan a la atención de una sola sección o un sector del público, como los museos dedicados a los niños, que no son una parte o sección de un gran museo, dotados de un programa específico de actividades y de una peculiar forma de instalar y presentar las obras.
fuente: http://www.fatimaentrenas.com/jl/index.php?option=com_content&view=article&id=94&Itemid=145
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