viernes, 19 de agosto de 2016

3 consejos para organizar la ropa de casa


Cómo manejar el espacio en los armarios, evitar las polillas y darles una rica fragancia.

1. Divide y... ¡vencerás!
Mi primer consejo es que saques todo lo que tengas en el armario de la ropa blanca y separes las sábanas, toallas o manteles que se vean amarillentos, deshilachados, con manchas o muy usados. Estos primeros meses del año son famosos por las rebajas de sábanas y toallas, así que aprovecha los buenos precios. 
Dependiendo del presupuesto y espacio de almacenaje del que dispongas, calcula contar con dos o tres juegos de sábanas por cama y al menos dos juegos de toallas por persona. Yo tengo, además, un juego de sábanas reservado para la cama en que suelen dormir los invitados y dos juegos de toallas (manta de baño, toalla de manos y toallita pequeña) para su uso.
DECORA TU HOGAR

Divide, a continuación, todo lo que guardes en el armario por categorías (sábanas, toallas, mantelerías) y por estación del año, y luego pon a nivel de los ojos lo que estés usando en ese momento. Coloca en los anaqueles (o baldas) superiores la ropa de cama que está fuera de temporada, las almohadas, las mantas o cobijas y los edredones más voluminosos. ¿Has oído hablar de las “bolsas del espacio”? Son ideales para guardar lo que más abulta. Se trata de bolsas de un plástico resistente y de distintos tamaños a las que, tras haberlas llenado con ropa, puedes sacarles el aire que les sobra con tu aspiradora. Otras no requieren aspiradora. Llénalas con mantas, edredones o incluso almohadas y verás cómo ocupan menos de la mitad del espacio que ocuparían sin la bolsa. Guárdalas en las baldas superiores del armario.
2. Doblar, apilar y mantener en buena postura
El truco de mantener organizado el armario de los blancos está en cómo dobles y apiles los textiles para que se mantengan rectos y estén tanto a la mano como a la vista. Te aconsejo organizar las sábanas doblando cada una en tercios y guardar el juego completo dentro de una de sus fundas de almohada. De este modo, te será fácil identificar y sacar del armario todo el juego a la vez. 
A la hora de organizar las toallas, mi método favorito es enrollarlas (ocupan mucho menos espacio) o doblarlas en tres partes y apilarlas, con el cuidado de que no sean muy altas. Ten siempre la precaución de poner las sábanas limpias debajo de la pila para no estar usando siempre las mismas.
Te propongo dos soluciones sencillas para evitar que las sábanas y las toallas se caigan hacia los lados si están simplemente apiladas sin ningún soporte. Utiliza los separadores de anaqueles que venden en las ferreterías para mantener cada pila derecha, o simplemente utiliza cestas cuadradas y hondas para poner en su interior cada pila de sábanas o toallas. Si usas esta segunda opción, pon una etiqueta en el exterior de la cesta para identificar fácilmente su contenido.
A la hora de organizar manteles, servilletas, caminos de mesa, y otros, puedes doblarlos y envolverlos  en papel tisú o seda para evitar que se arruguen, y luego apilarlos. Si tienes muchos manteles y poco espacio en el armario, prueba a colgarlos en una de los colgadores (o perchas) que venden para colgar las toallas detrás de la puerta, luego ponla encima de la puerta del armario. Si guardas la plancha y la tabla de planchar en ese mismo armario, aprovecha también el interior de la puerta del armario para colgar uno de los sistemas de organización que venden diseñados específicamente para este uso.
3. Aroma fresco y sin humedades

Aunque no hay sensación más hogareña que abrir el armario de los blancos y respirar un aroma limpio y fresco, ¡no siempre es el caso! Con tantos textiles en tan poco espacio, es frecuente que huela a humedad o, todavía peor, a esas antiguas bolitas de naftalina que solían usarse para evitar las polillas (sustitúyelas por fragmentos de madera de cedro). Para que tu armario se mantenga con un aroma fresco, tiene que haber suficiente espacio para que “respiren” los textiles. Para evitar el exceso de humedad (causa de malos olores) prueba a mantener en el armario una caja abierta con bicarbonato o varias bolsitas de tela rellenas con tizas o con trozos de carbón activado. Cuelga también del interior del armario un par de bolsitas decorativas o sachets con lavanda natural.

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